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Claudia Cardinalle
Edad: 22 años
Ocupación: Cantante y prostituta.
Biografía: Claudia nace en Palermo, Italia, en el seno de la clásica familia italiana: una mamma que controlaba todo lo que pasaba dentro del hogar, preparaba spaghetti a diario y obligaba a sus hijos a ir a misa los domingos, un padre cuyos negocios nunca estuvieron del todo claros y un hermano, Nico, un año mayor que ella, clásico protector que siempre le abrochaba los botones de su camisa antes de salir de casa, porque enseñar el escote "era de zorras".
Claudia supo desde bien pequeña el interés que suscitaba entre el género masculino, y a pesar de que las faldas cortas o las camisas desabrochadas acrecentaran toda clase de chismes a lo largo y ancho de Palermo, a ella nunca le importó, y siempre fue con unos y con otros, disfrutando al máximo de conseguir un helado gratis o unas monedas con tan solo guiñar un ojo o cantar una canción.
Dejó la escuela a los doce años, como ella siempre decía "la escuela es para las feas", decisión que a sus padres les dio exactamente igual, puesto que, con la mentalidad italiana de mediados de siglo "¿Qué importaba qe una mujer estudiase?".
Fue al cumplir quince años cuando fue a ver un espectaculo teatral, una obra que hizo que se desmayase en plena función y al despertar, se viese rodeada por todos los actores en el camerino... el productor de la obra Guido Contini, le echó rápidamente el ojo, admirado por sus encantos y por su juventud.
Claudia, digamos que se dejó llevar, le dijo a su familia "Ahí os quedais" y se marchó con Guido a Roma a triunfar como artista: al principio, estaba claro, los favores no se cobraban... comenzó saliendo de extra en varias funciones hasta que por fin le dieron un papel protagonista en una obra de teatro, donde tenía un solo musical que le puso la carne de gallina a la crítica, que la citó como "La voz y los ojos de Italia".
De Norte a Sur, Claudia aparecía en todos los periódicos y, para súmum de los clichés, inició una relación con Guido Contini, a escondidas, eso sí... puesto que él ya tenía mujer e hijos.
La fama la perturbó un poco, pero... ¿quien no va a perderse con diecisiete años y teniendo el mundo a sus pies? Claudia era el arquetipo de diva naciente: joven, guapa, talentosa. Pero la vorágine de la fama pronto comenzó a engullirla: drogas, alcohol y sexo, mucho sexo, hicieron que su imagen empezase a perder en toda Italia.
Guido Contini, ahora ya su representante, le dijo que debía hacer un cambio de imagen: ir a misa, taparse más, salir menos, y ella obedeció... durante un tiempo. Podría decirse que prácticamente la expulsaron de su madre patria cuando un periódico sacó unas fotos suyas montándoselo con un cura en un confesionario, y cuando le preguntaron, Claudia, más coqueta que nunca dijo "Dios así lo quiso".
Esta vez Guido le recomendó que saliera del país, que un tiempo fuera, estudiando y aprendiendo, harían que en Italia se olvidasen del escándalo, y a los meses volvería y él le tendría preparada la mejor obra teatral jamás producida.
Ella aceptó, y decidió irse a Londres: al principio todo fue maravilloso, Guido Contini le enviaba dinero todas las semanas, ella podía vivir felizmente, dando clases de canto, instruyéndose y saliendo de cada noche. Pero al año de estar en Londres, Claudia se empezó a estresar: no recibía noticias de Contini y cuando le llamaba, él siempre le daba largas, diciéndole que "Aún era pronto" o que "Ya quedaba menos".
Pero un martes por la mañana, cuando ella cumplió los veinte años, y sin tiempo ni siquiera de peinarse, el gerente del hotel entró en su habitación y le dijo que tenía que largarse, que hacía mes y medio que no pagaba el alojamiento. Claudia no logró contactar con Guido, quien, a pesar de sus salidas nocturnas, seguía siendo el amor de su vida: ese hombre, que le había prometido cielo y tierra, un contrato con una discográfica, shows para ella sola, de repente, era como si se lo hubiese tragado la tierra.
Arruinada y colérica, tuvo que hacer uso de sus encantos para ganar dinero y pagarse un viaje a Italia: allí localizó finalmente a Guido, quien ahora estaba promocionando a una jovencita de quince años a quien la crítica llamaba "La nueva Claudia, pero sin sus escándalos".
Cuando Claudia se enteró de la traición fue a casa de Guido, se plantó delante de su mujer y de sus hijos y le dijo hasta del mal que se tenía que morir: su mujer no se extrañó, sabía que su marido no era un santo, sus hijos eran demasiado pequeños para que ese suceso les marcara y Guido sintió lástima por otra pobre chica a la que se la tragó el mundo.
Totalmente humillada y depresiva, Claudia volvió a Londres, no quería volver a pisar Roma... como buena reina de la tragedia, estuvo cinco meses ahogando sus penas hasta que decidió salir del hoyo.
Actualmente vive en Whitechapel, trafica con su cuerpo a cambio de dinero y aparte, consigue unas monedas cantando en los bares: sueña con volver a ser una reina de la canción, una artista admirada... aunque hay poca gente que se atreva a decirle que su momento, lamentablemente, ya pasó.
Personalidad: Tremendamente coqueta, alardea al máximo de sus encantos, a los que saca el mayor partido posible. Podría considerarse una "femme fatale", pero todo el mundo sabe que con unos cuantos cumplidos, por el ego de diva que posee, enseguida cae rendida a los pies de un hombre. No deja de ser una enamorada del amor, a pesar de sus constantes desengaños, y sueña con que el hombre de su vida aparezca algún día en un bello corcel y la saque de Whitechapel. Juega muy bien con sus armas, puede ser una gatita encantadora o una auténtica leona. Pero no nos olvidemos de su caracter italiano, puede amarte u odiarte en cuestión de segundos, montarte un pollo en mitad de la calle o besarte apasionadamente en un portal.
Relación con otros personajes: Se aceptan
Imagen: Jessica Lowndes
Llevado por: Carrie
Edad: 22 años
Ocupación: Cantante y prostituta.
Biografía: Claudia nace en Palermo, Italia, en el seno de la clásica familia italiana: una mamma que controlaba todo lo que pasaba dentro del hogar, preparaba spaghetti a diario y obligaba a sus hijos a ir a misa los domingos, un padre cuyos negocios nunca estuvieron del todo claros y un hermano, Nico, un año mayor que ella, clásico protector que siempre le abrochaba los botones de su camisa antes de salir de casa, porque enseñar el escote "era de zorras".
Claudia supo desde bien pequeña el interés que suscitaba entre el género masculino, y a pesar de que las faldas cortas o las camisas desabrochadas acrecentaran toda clase de chismes a lo largo y ancho de Palermo, a ella nunca le importó, y siempre fue con unos y con otros, disfrutando al máximo de conseguir un helado gratis o unas monedas con tan solo guiñar un ojo o cantar una canción.
Dejó la escuela a los doce años, como ella siempre decía "la escuela es para las feas", decisión que a sus padres les dio exactamente igual, puesto que, con la mentalidad italiana de mediados de siglo "¿Qué importaba qe una mujer estudiase?".
Fue al cumplir quince años cuando fue a ver un espectaculo teatral, una obra que hizo que se desmayase en plena función y al despertar, se viese rodeada por todos los actores en el camerino... el productor de la obra Guido Contini, le echó rápidamente el ojo, admirado por sus encantos y por su juventud.
Claudia, digamos que se dejó llevar, le dijo a su familia "Ahí os quedais" y se marchó con Guido a Roma a triunfar como artista: al principio, estaba claro, los favores no se cobraban... comenzó saliendo de extra en varias funciones hasta que por fin le dieron un papel protagonista en una obra de teatro, donde tenía un solo musical que le puso la carne de gallina a la crítica, que la citó como "La voz y los ojos de Italia".
De Norte a Sur, Claudia aparecía en todos los periódicos y, para súmum de los clichés, inició una relación con Guido Contini, a escondidas, eso sí... puesto que él ya tenía mujer e hijos.
La fama la perturbó un poco, pero... ¿quien no va a perderse con diecisiete años y teniendo el mundo a sus pies? Claudia era el arquetipo de diva naciente: joven, guapa, talentosa. Pero la vorágine de la fama pronto comenzó a engullirla: drogas, alcohol y sexo, mucho sexo, hicieron que su imagen empezase a perder en toda Italia.
Guido Contini, ahora ya su representante, le dijo que debía hacer un cambio de imagen: ir a misa, taparse más, salir menos, y ella obedeció... durante un tiempo. Podría decirse que prácticamente la expulsaron de su madre patria cuando un periódico sacó unas fotos suyas montándoselo con un cura en un confesionario, y cuando le preguntaron, Claudia, más coqueta que nunca dijo "Dios así lo quiso".
Esta vez Guido le recomendó que saliera del país, que un tiempo fuera, estudiando y aprendiendo, harían que en Italia se olvidasen del escándalo, y a los meses volvería y él le tendría preparada la mejor obra teatral jamás producida.
Ella aceptó, y decidió irse a Londres: al principio todo fue maravilloso, Guido Contini le enviaba dinero todas las semanas, ella podía vivir felizmente, dando clases de canto, instruyéndose y saliendo de cada noche. Pero al año de estar en Londres, Claudia se empezó a estresar: no recibía noticias de Contini y cuando le llamaba, él siempre le daba largas, diciéndole que "Aún era pronto" o que "Ya quedaba menos".
Pero un martes por la mañana, cuando ella cumplió los veinte años, y sin tiempo ni siquiera de peinarse, el gerente del hotel entró en su habitación y le dijo que tenía que largarse, que hacía mes y medio que no pagaba el alojamiento. Claudia no logró contactar con Guido, quien, a pesar de sus salidas nocturnas, seguía siendo el amor de su vida: ese hombre, que le había prometido cielo y tierra, un contrato con una discográfica, shows para ella sola, de repente, era como si se lo hubiese tragado la tierra.
Arruinada y colérica, tuvo que hacer uso de sus encantos para ganar dinero y pagarse un viaje a Italia: allí localizó finalmente a Guido, quien ahora estaba promocionando a una jovencita de quince años a quien la crítica llamaba "La nueva Claudia, pero sin sus escándalos".
Cuando Claudia se enteró de la traición fue a casa de Guido, se plantó delante de su mujer y de sus hijos y le dijo hasta del mal que se tenía que morir: su mujer no se extrañó, sabía que su marido no era un santo, sus hijos eran demasiado pequeños para que ese suceso les marcara y Guido sintió lástima por otra pobre chica a la que se la tragó el mundo.
Totalmente humillada y depresiva, Claudia volvió a Londres, no quería volver a pisar Roma... como buena reina de la tragedia, estuvo cinco meses ahogando sus penas hasta que decidió salir del hoyo.
Actualmente vive en Whitechapel, trafica con su cuerpo a cambio de dinero y aparte, consigue unas monedas cantando en los bares: sueña con volver a ser una reina de la canción, una artista admirada... aunque hay poca gente que se atreva a decirle que su momento, lamentablemente, ya pasó.
Personalidad: Tremendamente coqueta, alardea al máximo de sus encantos, a los que saca el mayor partido posible. Podría considerarse una "femme fatale", pero todo el mundo sabe que con unos cuantos cumplidos, por el ego de diva que posee, enseguida cae rendida a los pies de un hombre. No deja de ser una enamorada del amor, a pesar de sus constantes desengaños, y sueña con que el hombre de su vida aparezca algún día en un bello corcel y la saque de Whitechapel. Juega muy bien con sus armas, puede ser una gatita encantadora o una auténtica leona. Pero no nos olvidemos de su caracter italiano, puede amarte u odiarte en cuestión de segundos, montarte un pollo en mitad de la calle o besarte apasionadamente en un portal.
Relación con otros personajes: Se aceptan
Imagen: Jessica Lowndes
Llevado por: Carrie