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Alec Jones
Edad: 27
Ocupación: Puto, chivato y poeta frustrado
Biografía: ¿Sabéis lo que son las contradicciones? Pues Alec es uno de los personajillos más contradictorios que os encontraréis por Londres, y pronto entenderéis por qué.
Nació hace veintisiete años en el mismo Whitechapel; bien podría haberse llamado Alec Jones, Alec Smith o incluso Alec Abrahams, pero su madre ya se había puesto a sí misma el apellido 'Jones', así que lo compartió con su hijo. En cuanto a la identidad de su padre, Mamá Jones solía sonreir socarronamente cuando le preguntaba por ello, y su respuesta solía ser algo así como: "Se ha repetido el milagro, hijo; un ángel bajó a verme y me preñó sin que una gota de semen saliese de su enorme polla celestial" [1]. Con el paso de los años, Alec aprendió que lo mejor era no preguntarle a su madre por el tema, y de este modo se evitaba respuestas como esa.
Pero, aunque no supiese quién era su padre o cuál era el verdadero apellido de su madre -seguramente ella tampoco lo supiera-, Alec fue un niño feliz, y durante su infancia tuvo todo lo que pudo desear; Mamá Jones se encargaba de ello, aunque a veces tuviese que echar los polvos de tres en tres y no descansar ni para ir al baño. Porque sí, su madre era prostituta, y de las buenas, según decía todo el mundo; recorría todo Whitechapel a pie en busca de clientes, suyas eran todas las esquinas y ninguna en particular, y era, de lejos, la más respetada, querida y admirada de todas las putas que trabajaban por su cuenta en el barrio. Muchos locales quisieron hacerse con ella para que trabajase en ellos, pero Mamá Jones -éste era precisamente su "nombre de guerra"- siempre se negaba y decía que nadie más que ella y su hijo sacarían tajada de las mamadas que hiciese. Y así fue hasta los cincuenta y dos años; estaba a punto de cumplir los cincuenta y tres cuando una bronquitis se la llevó para siempre. Pero tras ella quedó su leyenda, y todavía hoy se la recuerda, no sólo porque siguiese trabajando aún muriéndose -hizo su último servicio apenas un día antes de morir-, sino porque era, cuando quería, una gran persona: cuidaba como nadie de las prostitutas novatas, que la tenían por una madre -de ahí su apodo-, y procuraba protegerlas de clientes, proxenetas y todo lo que se pusiera por delante.
Alec heredaría el negocio familiar y el prestigio de su madre, y todavía de vez en cuando le paran por la calle chicas para agradecerle algo que su madre hizo por ellas o clientes para darle el pésame. Pero él ya estaba en el negocio antes de que muriese su madre. En cuanto Mamá Jones notó las inclinaciones de su hijo, y para esas cosas era un lince, le dio una charla que sólo hubiera podido darle alguien como ella, y le enseñó que no tenía que avergonzarse nunca de nada de lo que hiciese o sintiese. Al poco tiempo, cuando Alec ya era lo bastante mayor como para trabajar, buscó todo lo que pudo y, al no encontrar nada que no le obligase a jugarse la vida a cambio de cuatro duros, decidió seguir los pasos de su madre y empezar a poner el culo cuantas veces hiciese falta. Al principio fue duro, para qué negarlo, pero Mamá Jones le enseñó a restarle importancia al sexo por dinero y verlo como un negocio cualquiera. Al mismo tiempo, Alec empezó a ganarse un dinero como chivato; siempre que había algo gordo cociéndose por Whitechapel, la policía sabía que en él tenía a un buen confidente. Sólo tiene un regla para los soplos: no delatar nunca a los que están por debajo de él; es decir, ir a por los explotadores, proxenetas y estafadores, pero dejar en paz a los que hacen la calle como él o a los que mendigan para poder comer.
Y, por si fuera poco, Alec resultó ser un chico bastante inteligente y romántico. Casi autodidacta, aprendió a leer y a escribir gracias a algunos clientes de pedigri que tenía Mamá Jones, y a los que ella hacía servicios a cambio de que diesen algunas lecciones a su hijo. Más adelante, cuando aprendió a leer, empezó a aceptar pagos por sus servicios en forma de libros y enciclopedias, y así Alec pudo seguir culturizándose en la medida de lo posible. A eso de los quince años, le picó el gusanillo de la escritura y, aun cuando todavía no dominaba eso de escribir correctamente, empezó a escribir relatos y poesías. Por supuesto, todas sus obras las tiene guardadas en la mesita de noche, y sabe perfectamente que alguien como él nunca llegará a tener una oportunidad en el mundo de la literatura, aunque Mamá Jones siempre trató de convencerle de lo contrario, y continuamente lo animaba a seguir escribiendo y a luchar por su sueño. Todavía recuerda con claridad aquella frase que le dijo: "Alec, si después de poner el culo para un viejo pervertido eres capaz de escribir historias que mojarían las bragas de la mismísima Jane Austen, es que tienes un don; aprovéchalo y lucha como te he enseñado que tienes que hacer. Quiero que algún día, aunque yo ya no esté aquí, los Jones ya no sean una familia de pobres. Tú te mereces mucho más que eso".
Personalidad: A pesar de su oficio, Alec es todo un romántico, a veces casi hipersensible, y no le avergüenza decir que sigue esperando encontrar el amor de su vida: un hombre que le hará feliz y con el que podrá vivir en paz en una casita en el campo sin que nadie los moleste jamás. Al mismo tiempo, es medianamente realista, y acepta que todo eso no son más que sueños estúpidos, y, cuando la situación lo requiere, sabe ser frío y pragmático. Es un superviviente, un luchador, como su madre, y eso ha hecho que se convierta en una persona muy abierta y amable; le gusta ayudar a los demás todo lo que pueda.
Relación con otros personajes: Abierto a relaciones (nada de chistes).
Imagen: Adam Brody
Llevado por: Kalah___
Edad: 27
Ocupación: Puto, chivato y poeta frustrado
Biografía: ¿Sabéis lo que son las contradicciones? Pues Alec es uno de los personajillos más contradictorios que os encontraréis por Londres, y pronto entenderéis por qué.
Nació hace veintisiete años en el mismo Whitechapel; bien podría haberse llamado Alec Jones, Alec Smith o incluso Alec Abrahams, pero su madre ya se había puesto a sí misma el apellido 'Jones', así que lo compartió con su hijo. En cuanto a la identidad de su padre, Mamá Jones solía sonreir socarronamente cuando le preguntaba por ello, y su respuesta solía ser algo así como: "Se ha repetido el milagro, hijo; un ángel bajó a verme y me preñó sin que una gota de semen saliese de su enorme polla celestial" [1]. Con el paso de los años, Alec aprendió que lo mejor era no preguntarle a su madre por el tema, y de este modo se evitaba respuestas como esa.
Pero, aunque no supiese quién era su padre o cuál era el verdadero apellido de su madre -seguramente ella tampoco lo supiera-, Alec fue un niño feliz, y durante su infancia tuvo todo lo que pudo desear; Mamá Jones se encargaba de ello, aunque a veces tuviese que echar los polvos de tres en tres y no descansar ni para ir al baño. Porque sí, su madre era prostituta, y de las buenas, según decía todo el mundo; recorría todo Whitechapel a pie en busca de clientes, suyas eran todas las esquinas y ninguna en particular, y era, de lejos, la más respetada, querida y admirada de todas las putas que trabajaban por su cuenta en el barrio. Muchos locales quisieron hacerse con ella para que trabajase en ellos, pero Mamá Jones -éste era precisamente su "nombre de guerra"- siempre se negaba y decía que nadie más que ella y su hijo sacarían tajada de las mamadas que hiciese. Y así fue hasta los cincuenta y dos años; estaba a punto de cumplir los cincuenta y tres cuando una bronquitis se la llevó para siempre. Pero tras ella quedó su leyenda, y todavía hoy se la recuerda, no sólo porque siguiese trabajando aún muriéndose -hizo su último servicio apenas un día antes de morir-, sino porque era, cuando quería, una gran persona: cuidaba como nadie de las prostitutas novatas, que la tenían por una madre -de ahí su apodo-, y procuraba protegerlas de clientes, proxenetas y todo lo que se pusiera por delante.
Alec heredaría el negocio familiar y el prestigio de su madre, y todavía de vez en cuando le paran por la calle chicas para agradecerle algo que su madre hizo por ellas o clientes para darle el pésame. Pero él ya estaba en el negocio antes de que muriese su madre. En cuanto Mamá Jones notó las inclinaciones de su hijo, y para esas cosas era un lince, le dio una charla que sólo hubiera podido darle alguien como ella, y le enseñó que no tenía que avergonzarse nunca de nada de lo que hiciese o sintiese. Al poco tiempo, cuando Alec ya era lo bastante mayor como para trabajar, buscó todo lo que pudo y, al no encontrar nada que no le obligase a jugarse la vida a cambio de cuatro duros, decidió seguir los pasos de su madre y empezar a poner el culo cuantas veces hiciese falta. Al principio fue duro, para qué negarlo, pero Mamá Jones le enseñó a restarle importancia al sexo por dinero y verlo como un negocio cualquiera. Al mismo tiempo, Alec empezó a ganarse un dinero como chivato; siempre que había algo gordo cociéndose por Whitechapel, la policía sabía que en él tenía a un buen confidente. Sólo tiene un regla para los soplos: no delatar nunca a los que están por debajo de él; es decir, ir a por los explotadores, proxenetas y estafadores, pero dejar en paz a los que hacen la calle como él o a los que mendigan para poder comer.
Y, por si fuera poco, Alec resultó ser un chico bastante inteligente y romántico. Casi autodidacta, aprendió a leer y a escribir gracias a algunos clientes de pedigri que tenía Mamá Jones, y a los que ella hacía servicios a cambio de que diesen algunas lecciones a su hijo. Más adelante, cuando aprendió a leer, empezó a aceptar pagos por sus servicios en forma de libros y enciclopedias, y así Alec pudo seguir culturizándose en la medida de lo posible. A eso de los quince años, le picó el gusanillo de la escritura y, aun cuando todavía no dominaba eso de escribir correctamente, empezó a escribir relatos y poesías. Por supuesto, todas sus obras las tiene guardadas en la mesita de noche, y sabe perfectamente que alguien como él nunca llegará a tener una oportunidad en el mundo de la literatura, aunque Mamá Jones siempre trató de convencerle de lo contrario, y continuamente lo animaba a seguir escribiendo y a luchar por su sueño. Todavía recuerda con claridad aquella frase que le dijo: "Alec, si después de poner el culo para un viejo pervertido eres capaz de escribir historias que mojarían las bragas de la mismísima Jane Austen, es que tienes un don; aprovéchalo y lucha como te he enseñado que tienes que hacer. Quiero que algún día, aunque yo ya no esté aquí, los Jones ya no sean una familia de pobres. Tú te mereces mucho más que eso".
Personalidad: A pesar de su oficio, Alec es todo un romántico, a veces casi hipersensible, y no le avergüenza decir que sigue esperando encontrar el amor de su vida: un hombre que le hará feliz y con el que podrá vivir en paz en una casita en el campo sin que nadie los moleste jamás. Al mismo tiempo, es medianamente realista, y acepta que todo eso no son más que sueños estúpidos, y, cuando la situación lo requiere, sabe ser frío y pragmático. Es un superviviente, un luchador, como su madre, y eso ha hecho que se convierta en una persona muy abierta y amable; le gusta ayudar a los demás todo lo que pueda.
Relación con otros personajes: Abierto a relaciones (nada de chistes).
Imagen: Adam Brody
Llevado por: Kalah___