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"Cuanto más penetramos en Whitechapel, más se hundía nuestro corazón . ¿Se trata de Londres? Nunca en Rusia, nunca en los peores tugurios de Nueva York, se puede ver tal pobreza como en el Londres de la década de 1880."
Jacob Adler, actor.
"Nadie es sano en Londres; nadie puede serlo"
Jane Austen, escritora.
Otoño de 1884
Cuando llegaste a Londres, imaginabas algo distinto. Habías dejado atrás la mediocridad y la pobreza del pueblo en que te habías creado, ya fuera en la costa de Cornualles, en Irlanda o en otra parte del mundo. Habías viajado hacia la promesa de una vida mejor, con fábricas para trabajar, avenidas grandes, rodeado de gente cosmopolita, frente a un mundo de posibilidades que se abría ante ti.
Pero entonces descubriste que no era así.
Eres pobre. Eres un desconocido. Si tienes suerte, eres un obrero explotado. Y de todas formas, no eres más que un animal más en la jungla del East End, porque allí es donde vives. Olvídate del palacio de Buckingham, olvídate de Oxford Street. Tú vives en Whitechapel. Has llegado a las pequeñas calles oscuras y ramificadas que concentran la mayor parte de la suciedad y la delincuencia. Llega el olor de los mataderos, del pescado frito rancio que venden en las esquinas, el del sudor de las mujeres que el perfume de violetas no consigue disfrazar, el del alcohol. El del miedo.
Porque desde este momento, vas a tener que aprender a cuidar de ti mismo. Nadie más lo hará.
Así que, ¿eres lo suficientemente duro o listo como para pasar la prueba?
Jacob Adler, actor.
"Nadie es sano en Londres; nadie puede serlo"
Jane Austen, escritora.
Otoño de 1884
Cuando llegaste a Londres, imaginabas algo distinto. Habías dejado atrás la mediocridad y la pobreza del pueblo en que te habías creado, ya fuera en la costa de Cornualles, en Irlanda o en otra parte del mundo. Habías viajado hacia la promesa de una vida mejor, con fábricas para trabajar, avenidas grandes, rodeado de gente cosmopolita, frente a un mundo de posibilidades que se abría ante ti.
Pero entonces descubriste que no era así.
Eres pobre. Eres un desconocido. Si tienes suerte, eres un obrero explotado. Y de todas formas, no eres más que un animal más en la jungla del East End, porque allí es donde vives. Olvídate del palacio de Buckingham, olvídate de Oxford Street. Tú vives en Whitechapel. Has llegado a las pequeñas calles oscuras y ramificadas que concentran la mayor parte de la suciedad y la delincuencia. Llega el olor de los mataderos, del pescado frito rancio que venden en las esquinas, el del sudor de las mujeres que el perfume de violetas no consigue disfrazar, el del alcohol. El del miedo.
Porque desde este momento, vas a tener que aprender a cuidar de ti mismo. Nadie más lo hará.
Así que, ¿eres lo suficientemente duro o listo como para pasar la prueba?