William Worcester
Edad: 33
Ocupación: él dice prestamista. Los demás dicen, usurero.
Biografía: William todavía recuerda el frío que se colaba por las grietas de las paredes de su casa durante las noches de invierno de su infancia. También recuerda pasar dos o tres días sin comer y tener la sensación de que la cabeza te da vueltas por el hambre. Recuerda hasta cuántos agujeros llevaba la ropa que llevo durante años y que fue heredando de sus hermanos.
William tuvo la desgracia de nacer el mediano en una familia de nueve hermanos: ni demasiado mayor para hacerse respetar ni demasiado pequeño para ser mimado. Cuando su padre se dió cuenta de que tenía demasiadas bocas que mantener y una mujer a la que ya no quería, los abandonó y con él se llevó los pocos ahorros que tenían. La familia tuvo que transladarse a una habitación barata en Whitechapel donde sobrevivían como podían a base de limosnas y la cartera de algún que otro transeúnte despistado.
Demasiado pequeño para trabajar pero demasiado pequeño para pedir por la calle, William se dedicó a organizar la precaria economía familiar, y realmente no se le daba mal. Conseguía hacer que el dinero durara el doble, que las monedas se estirasen hasta lo imposible. Pronto tuvo una idea: si era lo que se le daba bien, ¿por qué no vivir de ello? Con trece años nadie te toma muy en serio, pero pronto se hizo valer y empezó a llevar las cuentas de gran parte de los vecinos de su edificio.
El camino fue duro, pero poco a poco empezaron a prosperar. Pudieron mudarse a una habitación más grande, y William pudo alquilar un local donde empezó a recibir a gente. Amplió el negocio y vio el futuro en el préstamo: era muy sencillo prestar dinero a la gente y luego cobrarles un interés, más o menos alto. Funcionó, muy bien. William conocía perfectamente los problemas de la gente pobre, sus debilidades y cómo tratarlos, lo cual le daba una ventaja increíble: era capaz de hacerte firmar el trato más injusto del mundo sin que te dieras cuenta.
A costa del dinero de los demás, William pudo ir amasando su propia pequeña fortuna. Se mudó a un local más grande, donde también empezó a empeñar objetos, por lo que las ganancias se multiplicaron. Su negocio atraía a toda clase de gente: desde la viuda que tiene que dar a sus hijos de comer al ladrón que ha robado un collar y quiere empeñarlo. Fuera como fuera, William tenía la misma poca consideración con ambos casos, y es que el dinero, es el dinero.
Personalidad: William valora a la gente en la medida en que puedan reportarle un beneficio. Si no tienes dinero que ofrecerle o algo que aportarle, ya puedes ir olvidándote. Después de tantos años de ver las miserias de la gente y haber aprendido a guiarles por donde él quería, William es un excelente psicólogo y un mejor manipulador. Aún así, y después de todo, William sigue siendo el niño de trece años cuyo mayor temor es volver a verse en la calle con lo puesto.
Relación con otros personajes: ninguna de momento, aunque conoce a todo el mundo debido a su negocio y se mueve con facilidad por los bajos fondos.
Imagen: Mark Pellegrino
Llevado por: Edelstein.
Edad: 33
Ocupación: él dice prestamista. Los demás dicen, usurero.
Biografía: William todavía recuerda el frío que se colaba por las grietas de las paredes de su casa durante las noches de invierno de su infancia. También recuerda pasar dos o tres días sin comer y tener la sensación de que la cabeza te da vueltas por el hambre. Recuerda hasta cuántos agujeros llevaba la ropa que llevo durante años y que fue heredando de sus hermanos.
William tuvo la desgracia de nacer el mediano en una familia de nueve hermanos: ni demasiado mayor para hacerse respetar ni demasiado pequeño para ser mimado. Cuando su padre se dió cuenta de que tenía demasiadas bocas que mantener y una mujer a la que ya no quería, los abandonó y con él se llevó los pocos ahorros que tenían. La familia tuvo que transladarse a una habitación barata en Whitechapel donde sobrevivían como podían a base de limosnas y la cartera de algún que otro transeúnte despistado.
Demasiado pequeño para trabajar pero demasiado pequeño para pedir por la calle, William se dedicó a organizar la precaria economía familiar, y realmente no se le daba mal. Conseguía hacer que el dinero durara el doble, que las monedas se estirasen hasta lo imposible. Pronto tuvo una idea: si era lo que se le daba bien, ¿por qué no vivir de ello? Con trece años nadie te toma muy en serio, pero pronto se hizo valer y empezó a llevar las cuentas de gran parte de los vecinos de su edificio.
El camino fue duro, pero poco a poco empezaron a prosperar. Pudieron mudarse a una habitación más grande, y William pudo alquilar un local donde empezó a recibir a gente. Amplió el negocio y vio el futuro en el préstamo: era muy sencillo prestar dinero a la gente y luego cobrarles un interés, más o menos alto. Funcionó, muy bien. William conocía perfectamente los problemas de la gente pobre, sus debilidades y cómo tratarlos, lo cual le daba una ventaja increíble: era capaz de hacerte firmar el trato más injusto del mundo sin que te dieras cuenta.
A costa del dinero de los demás, William pudo ir amasando su propia pequeña fortuna. Se mudó a un local más grande, donde también empezó a empeñar objetos, por lo que las ganancias se multiplicaron. Su negocio atraía a toda clase de gente: desde la viuda que tiene que dar a sus hijos de comer al ladrón que ha robado un collar y quiere empeñarlo. Fuera como fuera, William tenía la misma poca consideración con ambos casos, y es que el dinero, es el dinero.
Personalidad: William valora a la gente en la medida en que puedan reportarle un beneficio. Si no tienes dinero que ofrecerle o algo que aportarle, ya puedes ir olvidándote. Después de tantos años de ver las miserias de la gente y haber aprendido a guiarles por donde él quería, William es un excelente psicólogo y un mejor manipulador. Aún así, y después de todo, William sigue siendo el niño de trece años cuyo mayor temor es volver a verse en la calle con lo puesto.
Relación con otros personajes: ninguna de momento, aunque conoce a todo el mundo debido a su negocio y se mueve con facilidad por los bajos fondos.
Imagen: Mark Pellegrino
Llevado por: Edelstein.