1x02: Dust to dust

Irvine Graham
ft. Alexander / Caden
Fábrica




Ah, sí. No tenía ni puta idea de cuánto iba a disfrutar Knigth con esto, seguramente fuera a regodearse en mi desgracia y a pisotearme para luego acabar mandándome a la mierda. Sé que las posibilidades de que me devuelva el empleo son ínfimas, por no decir que directamente es imposible, pero algo hay que hacer. En el fondo Alexander tiene razón y no sería justo para él cargar con toda la responsabilidad, sobre todo cuando la idea es mía.

- Me tendré que comer el orgullo, pero muchísimo, si no exploto será un milagro, pero merecerá la pena - digo, más para autoconvencerme que para convencerle a él - Merecerá la pena porque lo vamos a hacer, y se va a cagar y se va a arrepentir, te lo juro que va a salir bien - oh sí, de acuerdo. Lo que sea. Pero ahora el que va a humillarse soy yo, pero bueno, tengo que hacerlo, y además, no me arrepiento ni por un momento de haber intentado tirarlo a la máquina.

- Me va a hacer falta...- suerte, un milagro, o lo que sea. O todos combinados. El caso es que si salgo vivo de esta, tendré suerte, proque también se me ha pasado por la cabeza que Caden quiera devolvérmela y me parta la cabeza en cuanto ponga un pie en su fábrica. Bueno. Es un riesgo que hay que asumir.

No tengo ni puta idea de qué tengo que hacer para volver a pedirle trabajo. Voy hacia la fábrica, creo que podría hacer este camino con los ojos cerrados, y más vale, porque no presto ni la más mínima atención a por donde piso. En cuanto llego me encuentro con el primer problema: el tipo que está en la puerta no quiere dejarme pasar. No hay manera. Trato de convencerle, pero nada. Joder. Creo que al final, y por no oírme me deja pasar, porque bien pensado ¿qué iba a querer hacer un tipo como yo en un sitio como este? Seguramente, pedir trabajo.

No hace falta que de mas de un par de pasos para que la poca gente con la que me cruzo me mire de arriba a abajo. Oh sí, efectivamente, estoy vivo y ninguna máquina me ha destrozado la cara ni cosas de esas, en realidad fue Knigth el que estuvo a punto de ser merendado por una de las máquinas, lástima que solo estuviera "a punto"

No he cruzado en mi vida esta puerta, y esperaba no tener que hacerlo nunca. Pero ha llegado el momento. El despacho de Knigth. No tengo ni puta idea de qué puede haber dentro, y ciertamente, preferiría no descubrirlo nunca. No sé qué mierda de cara poner cuando abro la puerta y el tío está ahí, tan contento, sentado en su mesa, y casi podría decir que no parece sosprendido. Le odio. Quiero matarle. Ahora mismo. Ahora mismo. No. Bueno, sí. Hijo de puta.

- Hola - vale, lo primero es lo primero, saludar. NO sé que cojones decirle, "te odio pero necesito tu trabajo para poder quemarte la fábrica un día de estos, gracias" - Yo...esto...- oh, cojonudo. Parezco medio retrasado. Igual no es mala táctica, después de todo "eres gilipollas ergo no eres un problema para mi fábrica" - Quería pedirle disculpas por lo que ocurrió ayer - ARGH. Creo que voy a morirme ahora mismo, disculpas, so cabrón, ojalá te mueras ahora mismo, pero no, estás estúpidamente feliz, seguramente porque te gusta verme sufrir y porque sabes que no lo siento en absoluto, pero no me quedan otros cojones que comerme mi orgullo. Mamón de mierda.

Sabine Roux
ft. Roderich Weilschmidt
Tienda/Oficina/Sitio?



Oh, bueno, me había entendido mal. O sea, yo si quisiera seguir con el de esa manera, pero creo que es más de lo que Roderich podría soportar. Algún día acabaré con su filosofia de todas furcias, pero bueno, por ahora, lo dejaremos estar. Me levanto, con los ánimos renovados y le acaricio la cara de manera rápida, para que nadie lo vea, supongo que es lo que mas le preocupa.

- Merci, Roderich. Gracias por ser mi amigo, de verdad. - Le sonrío, realmente le agradezco que haya estado aquí, al pie del cañón este rato, sé que no es agradable para nadie, y menos para alguien como él.

Respiro hondo y vuelvo a mirarle, orgullosa de mí misma. - ¿Vamos? Tenemos trabajo. - Espero a que el abra la marcha, no sé exactamente donde está Stella, pero intuyo que no demasiado lejos de su lugar de trabajo habitual.

Jack Angelface
ft. William Worcester
Calle/Casa de Stella



Sí, soy un sibarita. Qué pasa, una tiene que darse pequeños placeres de vez en cuando, ¿no? Y que encima me pregunte si no estoy contento. ¿Quieres taza? Pues taza y media, pedazo de mamón. Cambio de expresión de repente, y le sonrío, con mi expresión de "nada me afecta y soy de hielo" habitual. Ha sido un fallo por mi parte mostrarme cabreada, lo admito. Pero es hora de arreglarlo.

- ¿Contento? Estoy exaltado, Worcester. Exaltado. - Vuelvo a mi café distraida, hasta que me pregunta por la agenda de hoy. No hay mucho que hacer.

- Realmente poca cosa. No tenemos nada interesante que hacer. Deberíamos de ir a cobrar un par de cheques, aunque, por desgracia, he comprobado esta mañana que los deudores han huido, aparentemente. Probablemente a alguna de esas comunas que se empeñan en llamar sindicatos. - No me malinterpretéis, no tengo nada en contra de los sindicatos, pero sé que a Worcester no le gustan un pelo. Tienen abogados que señalan la ilegalidad de sus acuerdos. - Deberíamos esperar hasta que las cosas se calmen para que las ratas salgan de sus agujeros, y ahorrarnos papeleo.

Y ahora, es cuando, sibilinamente, hago que Worcester introduzca la patita dócilmente en mi trampa para ratas.

- Por mi parte tengo una cita por aquí cerca. Si quieres acompañarme, seguro que Brigitte está encantada de tenerte entre su clientela. La primera visita es gratis. - Sonrío. Gratis. Putas gratis, Worcester, reacciona. Brigitte, una de las madames mas conocidas, solo la carroña más selecta de Londres va a verla. Y yo estoy entre ellos, por supuesto. Aunque Bridge no me considera carroña, pero bueno. Ventajas de haber trabajado para ella, supongo.