Le encantó la idea, como era de esperar. A veces, la suerte nos sonreía y todo. Floyd no podría haberse puesto enfermo en mejor momento, además, su "sospechosa" ausencia justo ahora acabaría por apuntarle a él si en un futuro pasaba algo. Nadie pensaría que el paleto americano (o sea, yo) pudiera tener una idea tan ambiciosa. Los británicos nos tienen en muy baja estima, y aunque eso me cabreaba, ahora creo que nos favorece.
Bueno, por lo menos mi parte era fácil, porque al parecer Kate lo iba a tener fatal. Teníamos menos de dos meses para ganarnos la confianza de un policía soso y viudo con un crío. Bueno, los tenía ella. Eso era lo que más me preocupaba, que al final el tipo no cayera en las redes. Había visto una foto suya de un periódico viejo: Andrew Miller. No había visto mayor cara de palo en mi vida.
Hicimos una pausa técnica cuando vino la camarera para pedir, dos cafés solos, y cuando se fue me quedé pensando por un momento. Aquel cabronazo de Miller tenía que tener un punto débil. Aunque sea, que no la hubiera metido desde que murió su mujer. Me sorprendía que Kate se sintiese tan cómoda actuando de furcia. Si yo fuera ella y me dijeran que parte del plan consistía en que yo me tirase al tío ese a cambio de información, diría que Miller podía ir follándose a una cabra, porque no sería yo. Pero mujeres. O Kate, concretamente. En fin.
Regresé al mundo real cuando me pidió tabaco. Abrí mi pitillera y le di uno: eran malos como un dolor, los liaba yo, pero no te creas que un empleado del Banco Nacional gana tanto.
-Da igual que sea tuyo o mío, vas a oler a tabaco igual. Ponte colonia luego.- le comenté, al tiempo que sacaba otro para mí y los encendía con una cerilla: mi mechero de plata no pegaba con el personaje y había tenido que esconderlo en la pensión. Entre otras cosas, para que no lo robaran.- La verdad es que me produce curiosidad eso de verte cuidando de un niño... nunca te he visto con ninguno.- solemos evitar a los niños. Se fijan en todo, son fisgones y te pueden dejar con el culo al aire a la mínima.- Ahora se demostrará si es cierto eso de que todas las mujeres tienen instinto maternal.
Sonreí. No sabía mucho de la historia de Kate, sólo lo que ella me había contado a trozos, pero no me la imaginaba riñéndole al niño con tono estirado.
-Volviendo a lo de antes, no te preocupes por los altos cargos. No creo que ninguno se queda fuera, son demasiado prepotentes. Se ofenderían si los dejasen fuera de la cena, y los polis odian las tensiones internas.- luego todos se apuñalan por la espalda, para que luego digan que nosotros somos los que engañamos.- Y en todo caso, puedo encargarme yo. O buscar a alguien que lo haga por nosotros.